Cómo crear una relación consciente con la tecnología en tu día a día
Gracias por los comentarios a mi Carta anterior. Respondo a algunas de vuestras preguntas en abierto por si te ayuda a no «engancharte» y que una pausa se convierta en una distracción.
Hace poco confesaba que consulto las redes sociales durante el día sin que se conviertan en una distracción. Vuestras preguntas y comentarios, en público y en privado, me han llevado a extenderlo un poco más, por si te ayuda.
Se trata de que una pausa no se convierta en una distracción que te aleje de la tarea o que sea la excusa para procrastinar. Sí, porque la mente es muy puñetera y nos hace creer que algo es más importante que lo que realmente necesita nuestra atención en un momento dado.
Así que, ¿cómo podemos tener una relación más consciente con la tecnología?
La tecnología está profundamente entrelazada con nuestra vida cotidiana; esta es nuestra realidad. La usamos para trabajar, para aprender, para conectar con otras personas, e incluso para relajarnos.
Sin embargo, también puede convertirse en una fuente de estrés, dispersión o agotamiento si no somos intencionales con su uso.
Hasta aquí, nada que no sepas ya :).
El problema suele estar en los extremos.
Por un lado, nos encontramos con la adicción a la tecnología: ese uso impulsivo que parece que nos controla más a nosotras que al revés.
Por otro lado, está el rechazo total, una especie de fobia tecnológica que, en realidad, tampoco es una solución realista para la mayoría, porque es absolutamente necesaria.
El verdadero equilibrio no está en rechazarla ni en dejarse arrastrar por ella, sino en elegir conscientemente cómo queremos usarla. Hazte amiga de tu enemigo :)
Como te dije en la última Carta, esto es algo que se entrena. Aunque algunas personas hemos nacido con una actitud más mindful que otras, el control de los impulsos nos afecta a todas y la tendencia a procrastinar es propia del ser humano. Puedes tener un talento innato para el fútbol, que si no entrenas, se quedará en solo eso, talento. Hay que mantener el cuerpo fuerte y entrenado, aprender táctica, fortalecer la mente…
Es un reto contigo, con tus habilidades y con tus dificultades. Los consejos que vienen a continuación son los que a mí me han funcionado. Cuando los tienes asimilados, no te llevarán más que un par de segundos aplicarlos.
Empieza estableciendo una intención
La mayoría de nosotras no nos planteamos para qué queremos usar la tecnología; simplemente caemos en su uso de forma automática. Pero establecer una intención puede marcar la diferencia.
Por ejemplo:
Redes sociales. «Voy a usar Instagram para conectar con escritores que me inspiran y con mi comunidad una vez al día, por la noche». En mi caso, consulto las notificaciones para ver si tengo algún mensaje que contestar en huecos del día predeterminados.
Correo electrónico. «Revisaré mi bandeja de entrada a las 10 de la mañana y a las 4 de la tarde, y responderé solo lo imprescindible».
Youtube, Substack o plataformas de aprendizaje. «Reservaré una hora los miércoles por la tarde para buscar contenido formativo».
Estas son solo ideas. Lo importante es que establezcas intenciones que se adapten a tu rutina y a tus objetivos. Y lo mejor: estas intenciones no tienen que ser definitivas; puedes ajustarlas conforme descubras lo que mejor te funciona o adaptarlas a cada semana concreta.
Agenda tu cita con las redes sociales, con un horario de principio y fin.
Sé consciente de tus impulsos
Esto es mucho más importante que lo anterior y lo que marca la diferencia. Porque el problema suele ser, como te decía en la Carta anterior, las veces que accedemos a los dispositivos, como por inercia, en mitad de otra tarea.
Es decir, que una vez que tienes claras tus intenciones, empiezas a notar los momentos en los que sientes la tentación de alejarte de ellas. Por ejemplo, estás escribiendo y de repente te encuentras con ganas de abrir Instagram «solo un segundo», sin una intención clara. Ese impulso, del que muchas veces no eres consciente, esa pequeña chispa que te empuja a distraerte, es lo que puedes empezar a observar.
Un impulso no es más que una sensación en el cuerpo (aburrimiento, estrés, incomodidad), combinada con un pensamiento como: «Voy a echar un vistazo rápido». Si logras detenerte ahí, antes de actuar, puedes tomar una decisión más consciente.
Respira, siente el impulso y déjalo pasar. No necesitas actuar sobre él. Poco a poco, verás que estos impulsos pierden fuerza, y lo que antes era un hábito impulsivo se transforma en una elección.
Encuentra tu propio equilibrio
No se trata de evitar la tecnología solo por usarla menos, sino de redefinir cómo te relacionas con ella.
Pregúntate:
¿Qué papel quiero que tenga en mi vida?
¿Cómo puedo usarla para que sume en lugar de restar?
¿Qué intenciones puedo establecer para que funcione a mi favor?
Tal vez decides que las redes sociales son una herramienta para conectar con otros escritores o con tus lectores, y no un escape cuando te sientes bloqueada. O que Youtube es un lugar para aprender algo nuevo, no para perderte durante horas en los vídeos que te sugiere.
Lo importante es que encuentres un uso que se alinee con tus valores y tus necesidades. Y, sobre todo, que te des permiso para ajustar, para equivocarte y para volver a empezar cuantas veces sea necesario.
Si te encuentras usándolo en momentos no previstos, como pausa o porque necesitas una distracción que ye ayude a dejar de pensar en una preocupación, por ejemplo, ponte una alarma y hazte el firme propósito de salir en cuanto suene.
Crear una relación consciente con la tecnología no ocurre de la noche a la mañana, pero es un proceso que puede ser tan revelador como transformador. Permítete explorar, aprender y, sobre todo, disfrutar del camino.
Porque la tecnología puede ser una aliada, si tú decides cómo relacionarte con ella. 🌿
Un consejo habitual es que elimines notificaciones. Puede funcionarte o puede ser peor. Hay a quien le provoca más ansiedad y entra impulsivamente más en redes «a ver si hay algo». Todo este tipo de soluciones salomónicas, iguales para todo el mundo, no sirven de nada si el problema viene de dentro.
También dicen que para escribir más concentrada debes tener todas las pestañas cerradas en el ordenador, e incluso hay aplicaciones que te dejan la pantalla como una patena mientras escribes/trabajas, sin acceso posible a «la distracción». Y está muy bien. Pero, para mí, el verdadero reto y lo que te fortalece, es aprender a trabajar con todas las distracciones alrededor y no caer en ellas. Si consigues centrar tu atención en lo que quieres, no importa lo que haya, dónde estés o qué pase por tu cabeza, habrás subido de nivel y podrás entrar en ese flow cuándo y dónde quieras.
Si algunas lo hemos conseguido, tú también puedes.
Recuerda: intención, actitud y hábito.
P.
Ay... El flow... Ojalá poder controlarlo y decidir cuándo sumergirte en lugar de tener que controlar la ansiedad absurda de revisar notificaciones cada cinco minutos (notificaciones que no tienes, para hacerlo todo más estúpido) 🤣