¿Podemos reescribir nuestra historia?
Llevo días con esta pregunta rondando mi cabeza gracias (o por culpa de) los cursos que veo anunciados en redes sociales que, en resumen, te invitan a reescribir tu pasado.
A mí me chirría, qué quieres que te diga.
Dice la RAE en su acepción 5 que historia es el conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella.
¿Podemos cambiar esto?
Evidentemente no. Los hechos son los que son y no hay más.
Esto de reescribir la historia me hace pensar en los libros de texto de las escuelas en las que se cuentan los hechos de una manera u otra según el partido político que gobierne. En tu vida, tú eres todos los partidos políticos que van contando según le conviene o por defecto, con el sesgo mental que tengas en cada momento (pesimista, entusiasta…).
Insisto: los hechos son los hechos y no van a cambiar porque tú los escribas de otra manera, a tu gusto o conveniencia.
Sé (o eso espero en mi confiada inocencia) que quienes imparten estos cursos no van por ahí, como no deberían hacerlo los dirigentes políticos sobre la historia de un país.
Por suerte, esta es una de las palabras polisémicas de nuestro precioso idioma y hay otras acepciones interesantes:
1. Narración y exposición de los acontecimientos pasados y dignos de memoria, sean públicos o privados.
7. Narración inventada.
8. Mentira o pretexto.
9. coloq. Cuento, chisme, enredo.
Sobre todas esas sí que podemos actuar con nuestra narrativa personal.
Así que, para mí, la expresión reescribir la historia tiene más que ver con el chisme que te cuentas, con la narrativa personal que ronda tu cabeza y que no es la historia en sí, lo ocurrido, si no tu interpretación, pasada siempre por los filtros de tu actitud, creencias, conocimientos, emociones y sentimientos que añaden o quitan ingredientes a tu narración.
Hace unos días tomaba notas para esta carta cuando me llegó al newsletter de la escritora Bea Peidró en la que narraba todo lo malo que le podía pasar en un día en el que tenía una reunión con un cliente, como dejarse la mochila en el tren. Todo pintaba mal, cada momento parecía peor que el anterior contado con esa narrativa tan suya que engancha; pero de pronto ella misma deja ver que lo sucedido tiene (o puede tener) dos caras y cuenta cómo encontró la mochila gracias al buen hacer de personas desconocidas y con buen corazón (aún las hay). La lectura final te deja un buen sabor de boca a pesar de los acontecimientos que podemos etiquetar de negativos.
Y me vino muy bien leerla porque es así como yo lo veo y lo vivo. Todo tiene varios lados y con perspectiva lo puedes ver incluso de manera diferente.
Recuerdo que de niña tenía unos prismáticos de juguete que según el lado por el que mirabas un objeto, se veía muy pequeño o muy grande. El objeto (los acontecimientos que vives) era el mismo, único y con un tamaño definido; dependiendo del lado de la lente con la que lo miraba, su tamaño y definición cambiaba.
Lo mismo pasa con lo que vivimos cada día.
Reescribir la historia, si te gusta llamarlo así (a mí no) no es más que ver los sucesos que te afectaron con la perspectiva del tiempo, reflexionar sobre los efectos que han tenido en ti (si es que eso es importante que no siempre lo es; de verdad, no hace falta volver al pasado si no está fastidiando tu presente), y sacarle la lección constructiva. Porque el hecho en sí no lo vas a poder cambiar. Sí que podrás entenderlo mejor, contártelo con el filtro que te ayude a superarlo o ver que, quizá, no fue para tanto o que te ha ayudado a ser quien eres.
Es la narrativa personal lo que, quizá, tengas que revisar para hacer limpieza de tus filtros, para mirar con perspectiva, para comprenderte y añadir bienestar a tu vida quitando culpas y efectos no deseados. Porque tú eres perfecta como eres y las palabras afectan a tu autoestima.
Hoy compartía este texto en el Canal Feelgood de Telegram:
Cuida lo que dices, pero sobre todo, lo que TE dices.
Las personas de éxito en la vida son personas que tienen diálogos internos constructivos. Lo que te dices a ti misma/o tiene una influencia decisiva en tu forma de afrontar la vida; y cómo afrontas la vida tiene una influencia decisiva en lo que haces (o no haces) y por tanto en lo que consigues (o no consigues).
¿Cómo te hablas? Obsérvalo, escríbelo y modifícalo si es necesario.
Esa es la narrativa personal, esto es escribir cómo vives tu propia historia.
Si quieres empezar a revisar cómo te cuentas tu historia a partir de tu narrativa personal, tengo para ti varios libros:
el Curso de Escritura Emocional, para empezar con un programa validado que va de menos a más,
Escribir desde las entrañas, en los que cada capítulo aborda un tema para reflexionar con ejercicios sugeridos,
El cuaderno Escribir la vida repleto de ejercicios para las personas que ya escriben y quieren nuevas propuestas.
Los talleres y el reto de 21 días volverán pronto. Yo también estoy en esa fase de revisión :)
Y tú, ¿cómo ves esto de reescribir tu historia?
Te invito a que te fijes en cómo te cuentas las cosas que te pasan. Al menos durante un día presta atención a tu narrativa y observa si te nutre o te corta las alas.
Nos leemos.
Feliz semana,
Pilar NC
P.D. Pronto avanzaré en la versión de pago de estas Cartas con contenido exclusivo. Puedes colaborar aquí: