¿Has probado a alejarte del móvil durante unos minutos?
Sé que no siempre es fácil. Cuando lo hago, aparece una sensación de bienestar que solo puedo describir como un descanso profundo, una tregua. Un ansiolítico natural sin efectos secundarios.
Pero no hace falta llegar tan lejos. A veces, basta con cocinar, coser, cuidar unas plantas o moldear arcilla con las manos. Cualquier actividad manual tiene la capacidad de devolvernos al presente y, de paso, hacerle un regalo al cerebro. No es magia, es ciencia: cuando realizamos algo con las manos, activamos áreas cerebrales que integran movimiento, sensaciones y toma de decisiones. Y no solo eso. Mientras tejemos, pintamos, modelamos o enhebramos una aguja, se produce dopamina y, con la repetición, también serotonina. Esa hormona que nos calma, que nos conecta con un bienestar más profundo y sostenido.
Lo mejor es que no hace falta inscribirse a un curso de cerámica para obtener estos beneficios (aunque puede ser maravilloso). Basta con reservar un pequeño rato al día para hacer algo con las manos. Algo que no esté ligado al móvil, ni a las pantallas, ni a la producción constante.
Por ejemplo, si a diario cocinas en casa, hazlo sin música, sin la radio, poniendo el foco en cada mini tarea que haces y huele lo que tienes ante ti. Corta el tomate y disfruta de su aroma… El móvil olvídalo por un rato.
Porque, si somos honestas, ¿cuánto tiempo logramos estar realmente concentradas en algo sin que otra cosa nos interrumpa? Poco. Muy poco. Saltamos de una tarea a otra, contestamos un mensaje, abrimos una pestaña, cambiamos de app, ponemos un pódcast… y vamos fragmentando la atención. Créeme, aunque lo tengamos muy normalizado, desgasta.
Vivimos en un estado de atención fragmentada. Un modelo mental que nos agota, que aumenta el estrés y nos aleja de la sensación de satisfacción. Como explican algunos estudios, después de una interrupción, el cerebro puede tardar más de veinte minutos en recuperar el foco original. Y si eso se repite a lo largo del día, acabamos agotadas, pero sin la sensación de haber hecho nada realmente importante.
Por eso, entrenar la atención es hoy más urgente que nunca. No solo para rendir más, sino para sentirnos mejor. Porque estar presentes —de verdad presentes— mejora la memoria, regula las emociones, reduce el miedo y activa nuestra creatividad.
No se trata, como decía contestando un comentario en Substack, de apagar el móvil y ya está, porque la cabeza sigue a lo suyo y encima te puede dar ansiedad por pensar en todo lo que te estás perdiendo. Como paso previo o como emergencia, es bueno, sin duda. Pero el verdadero reto es entrenar la mente para poder tener el móvil al lado y no mirarlo ni aunque te lleguen notificaciones, es tener varias pestañas abiertas en el navegador y no mirarlas, es que haya gente hablando cerca de ti y puedas centrarte en lo tuyo.
Hay muchas formas de practicar esa atención sostenida que tanta gente anhela.
Y sí, escribir también es una forma más de entrenar la atención. Quizá una de las más bellas.
Cuando escribimos a mano.
Cuando dejamos que las palabras salgan despacio.
Cuando nos escuchamos sin juzgarnos.
La escritura nos ancla al momento. Nos permite estar ahí, en lo que hacemos, sin ruidos ni urgencias. Sin tener que demostrar nada. Sin tener que responder a nadie.
La atención es el nuevo objeto de deseo, como lo fue el oro. Y escribir, tal vez, sea nuestra forma más íntima de recuperarla.
Si este tema te toca, si sientes que necesitas frenar, cuidar tu atención o volver a conectar contigo desde lo más sencillo, en la parte premium de Por amor al arte encontrarás contenido pensado para ti.
Hoy te propongo una práctica creativa que combina escritura lenta y una actividad manual muy especial, perfecta para días en los que la cabeza no para. Además, comparto contigo un pequeño ejercicio para entrenar la atención desde lo cotidiano, sin presión y sin exigencias.
🌿 Práctica creativa:
Haz algo muy sencillo. Te doy un ejemplo, pero puede ser otra cosa que hagas con las manos.
Busca un momento para doblar papel. No hace falta que sepas origami ni que sigas instrucciones complejas. Solo elige una hoja bonita, respira, y dedícate a crear con las manos: una carta, un sobre, una figura mínima. Doblar, alisar, marcar líneas. Dejar que el cuerpo se tome su tiempo y que la mente descanse.
Puede ser podar las plantas, cocinas algo sencillo que tengas que picar bastante, doblar ropa… Si es mecánico, mejor, para que te exija muy poca atención y te permitas divagar.
✍️ Ejercicio de escritura:
Cuando termines, escribe lo que haya ocurrido dentro de ti.
No lo que has hecho, sino lo que has sentido al hacerlo y dejar la mente libre mientras tus manos actuaban. ¿Qué pensabas mientras doblabas? ¿En qué momento te perdiste en el gesto? ¿A qué velocidad ibas antes de parar?
Déjate escribir sin buscar belleza ni respuestas. Solo con la intención de estar contigo, aquí y ahora.
Porque escribir también puede ser un acto de presencia.
Y porque a veces basta con sentarte, respirar y recordar que estás aquí.
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Escribir no es solo escribir. Es una manera de volver a ti.
Te espero dentro.
También puedes practicar a tu ritmo con la colección Escritura y Foco
Muy buena reflexión, ojalá la gente joven lograra abstenerse de tanta comunicación en linea
Pues sí. Aunque ya están en ello. Al menos los que conozco.