Tu mente te hace trampas
Las trampas de tu mente: lo que «Pensar rápido, pensar despacio» puede enseñarte sobre tus decisiones.
Hoy vengo con otra lectura muy interesante para ayudarte a comprender-te. Hablamos de los sesgos que son como trampas en las que caemos una y otra vez. ¿Es la realidad tal y como la ves? ¿Crees que tus decisiones son «tuyas» al 100%? Las especulaciones lanzadas sobre la DANA de Valencia me han hecho recordar este libro, que estudié hace bastante tiempo, y sus enseñanzas. Veamos.
¿Te has preguntado alguna vez por qué a veces tomas decisiones sin pensarlas demasiado y, otras veces, sientes que necesitas horas de reflexión? Daniel Kahneman, psicólogo y premio Nobel, desvela en Pensar rápido, pensar despacio el funcionamiento de nuestra mente cuando tomamos decisiones. Lo fascinante de este libro es que no solo te explica por qué hacemos lo que hacemos, sino que también te da herramientas para identificar esas trampas mentales que nos afectan a todas.
Kahneman divide nuestro pensamiento en dos sistemas que trabajan juntos constantemente, pero que tienen sus propios defectos y virtudes.
El primer sistema, al que él llama el Sistema 1, es rápido, intuitivo y automático. Es ese pensamiento que te permite reaccionar sin esfuerzo: cuando ves a alguien sonriendo, asumes que está feliz; cuando notas un coche acercándose rápidamente, das un paso atrás sin siquiera pensar. Este sistema es nuestra primera línea de acción, perfecto para situaciones cotidianas y sencillas. Pero no siempre acierta. Es, por ejemplo, el responsable de que muchas veces juzguemos un libro por su portada o asumamos que algo es cierto simplemente porque lo hemos escuchado varias veces.
El segundo sistema, el Sistema 2, es lento, reflexivo y lógico. Este entra en juego cuando tienes que tomar decisiones importantes o resolver problemas complejos. Es el que se activa cuando haces cuentas para organizar un presupuesto, planificas un viaje o intentas entender por qué esa amiga que te conoce tan bien de repente actúa de forma distante. Aunque es mucho más preciso, también es agotador. Activarlo requiere energía, y por eso preferimos evitarlo si podemos. Piensa en ese momento del día en el que sientes que ya no puedes más, cuando cualquier pequeña decisión, incluso elegir qué cenar, se te presenta como una tarea monumental (me representa). Eso es porque tu Sistema 2 está agotado.
Los sesgos cognitivos
A lo largo del libro, Kahneman nos explica cómo estos dos sistemas se combinan, pero también cómo a veces nos llevan por caminos equivocados. Nos habla de los sesgos cognitivos, esos atajos que nuestra mente toma para simplificar las cosas pero que pueden hacernos cometer errores.
Uno de los más comunes es el sesgo de anclaje. Seguro que lo has experimentado alguna vez. Piensa en cuando vas de rebajas y ves un abrigo que originalmente costaba 300 euros, pero ahora está rebajado a 250. Aunque 250 euros sigue siendo mucho dinero, y probablemente muy lejos de su coste real, te parece una ganga porque tu mente se ha anclado en ese precio inicial de 300.
Otro sesgo muy común es el de disponibilidad. Este ocurre cuando basamos nuestras decisiones en la información que más fácilmente recordamos, aunque no sea la más representativa. Por ejemplo, si has visto muchas noticias sobre accidentes de avión, puedes llegar a pensar que volar es peligroso, a pesar de que las estadísticas digan lo contrario. Nuestra mente nos engaña, y Kahneman nos lo demuestra con ejemplos que, al leerlos, te harán sonreír porque seguro que más de uno te resulta familiar. Pienso en la fuerza que tienen los bulos altamente repetidos para que creamos que son reales.
También está el exceso de confianza. ¿Alguna vez has pensado que sabes más sobre un tema de lo que realmente sabes? Este sesgo aparece cuando sobreestimamos nuestras habilidades o conocimientos. Kahneman explica que esto ocurre incluso en profesionales que deberían ser objetivos, como inversores o médicos. A menudo, la confianza no refleja la precisión de lo que creemos, sino nuestra percepción de que lo tenemos todo bajo control. ¿Te suena? Es por esto que, con frecuencia, quien más sabe de algo es el que más duda o menos habla, porque es consciente de lo que le falta por saber, mientras que el principiante cree que con lo que sabe es más que suficiente.
Otro concepto fascinante del libro es la aversión a la pérdida. Según Kahneman, perder algo nos duele más de lo que ganar algo similar nos hace felices. Este principio explica por qué muchas veces nos aferramos a cosas que ya no nos benefician, como relaciones, trabajos o incluso objetos materiales. Imagina que te ofrecen una apuesta: hay un 50 % de posibilidades de ganar 100 euros y un 50 % de perder 100 euros. La mayoría de las personas la rechazarían porque el dolor potencial de perder pesa más que la posibilidad de ganar. Nos cuesta soltar, incluso cuando soltar sería lo más sensato.
La teoría de las perspectivas es otro de los grandes descubrimientos de Kahneman. Él y su colega Amos Tversky demostraron que no evaluamos las opciones de manera neutral; el contexto influye mucho en nuestras decisiones. Por ejemplo, si un médico te dice que un tratamiento tiene un 90 % de tasa de supervivencia, lo verás de manera mucho más positiva que si te dice que tiene un 10 % de tasa de mortalidad, aunque sean exactamente la misma cosa. Este pequeño cambio en cómo se presenta la información tiene un gran impacto en cómo reaccionamos.
El efecto de dotación también me da mucho en qué pensar. Kahneman explica que valoramos más algo simplemente porque lo poseemos, independientemente de su valor real. Piensa en esa taza que guardas en el armario porque fue un regalo, aunque no la usas desde hace años. O esa camiseta vieja que ya no te pones, pero que no quieres donar porque tiene historia. Esto no solo aplica a objetos, también a nuestras ideas y proyectos. A veces nos cuesta abandonar algo que ya no nos sirve porque lo sentimos como una pérdida. En mi última mudanza tuve que hacer de tripas corazón para llevar lo que realmente utilizo. Toda una terapia. Pienso en los que han perdido todos esos recuerdos en las inundaciones y en que el valor era solo personal.
Y luego está la paradoja de la felicidad. Este es uno de los conceptos más interesantes del libro porque nos hace replantearnos cómo evaluamos nuestras experiencias. Kahneman distingue entre dos yos que viven dentro de nosotras.
El primero es el yo que experimenta, que vive el presente. El segundo es el yo que recuerda, que evalúa lo que vivimos una vez que ha pasado. Y aquí viene lo curioso: estos dos yos no siempre están de acuerdo. Imagina unas vacaciones en las que pasaste mucho calor y tuviste algunos contratiempos, pero que terminaron con un atardecer espectacular frente al mar. Aunque el yo que experimenta pudo haber tenido un día incómodo, el yo que recuerda guardará esa experiencia como algo positivo, porque el final fue feliz. ¿Te ha pasado alguna vez?
A través de estas ideas y muchas más, Kahneman nos invita a reflexionar sobre cómo tomamos decisiones y qué podemos hacer para ser más conscientes de nuestros propios sesgos. Su mensaje no es que debamos desconfiar de nuestra mente, sino aprender a reconocer cuándo estamos actuando por inercia y cuándo necesitamos detenernos y activar ese pensamiento lento que, aunque cuesta más, puede evitar muchos errores.
Así que cuando tengas que tomar una decisión importante, te animo a que te hagas estas preguntas: ¿esto es mi Sistema 1 hablando o estoy dejando que el Sistema 2 tome el control? Porque, como dice Kahneman, ser consciente de nuestras limitaciones es el primer paso para superarlas.
¿Qué te parece esta visión del libro? ¿Alguna idea te ha resonado? Me encantaría saber cómo te enfrentas estas pequeñas trampas de la mente en tu día a día. 😊
Si quieres leer el libro completo, lo tienes aquí:
Y para entrenar ese darse cuenta, te ofrezco mi libro mientras esperas a que publique el siguiente (una guía práctica sobre la atención).
Seguimos el domingo…
Pilar NC
Muchas gracias por compartir estás reflexiones, Pilar, son muy interesantes