Vale, el título es fake. Ya imaginarás que el mundo no se puede parar, aunque seguro que lo has deseado más de una vez. Tanto para alargar un momento feliz como para bajarte del mundo porque lo que te rodea te supera, es posible que hayas deseado tener ese poder. Yo, más de una vez.
Lo que conocemos como certezas cuando somos pequeñas, y que necesitamos para crecer seguras, cambia constantemente, y vamos creando nuevas. Unas nacen de dentro, las podemos moldear, y otras vienen de fuera por circunstancias que no podemos cambiar. Querer actuar sobre ellas es como darnos contra un muro. Estos días el mundo viene convulso (lo de vivimos momentos convulsos lo he escuchado toda la vida, así que no es nada original ni nuevo, ya deberíamos tenerlo asumido) y engancharnos a las noticias tan negativas afecta a nuestro bienestar y a la capacidad de valorar los buenos momentos, que seguro que son muchos más.
En estos días nos conviene rodearnos de cosas que nos recuerden lo esencial, lo que funciona y está en nuestra mano. Son formas de cuidarnos, de darnos esa ducha diaria emocional como parar un momento, respirar con más conciencia o quedarnos quietas aunque todo se mueva alrededor.
No hace falta que el mundo se detenga. Basta con un instante de presencia para volver al cuerpo, al ahora, a lo que sí está para ti y a lo que eres. Desde ese lugar, contribuyes con tu entorno y eso se expande como ondas en el agua.
He reunido algunas prácticas sencillas, que seguramente ya las conoces, porque no son nuevas ni originales. Y justo por eso merece la pena recordarlas ahora. Son pequeños anclajes para el día que te ayudan a volver a ti, gestos que te ayudan a recuperar el centro y seguir reforzada.
Puedes escribirlas en una tarjeta, pegarlas en la nevera, ponerlas en la pantalla del móvil o tenerlas a mano en tu escritorio. Como siempre digo, lo importante no es leer y asentir con la cabeza, sino practicar, por eso verlas te ayuda a recordar llevarlas a cabo. Dejarlas a la vista hace que en ese momento aleatorio, pares y vuelvas a ti.
Estos son los tips:
1. Parar y respirar.
¿Demasiado obvio? Pues hazlo. Cierra los ojos, aunque sea un minuto (puedes poner temporizador). Deja caer los hombros y lleva la atención a cómo entra el aire, cómo recorre tu cuerpo y cómo sale. No hace falta hacer nada especial para sentir la quietud que aporta la respiración. En mi libro de las pausas tienes un capítulo entero dedicado a las formas de respirar para calmar la mente.
2. Bajar el ritmo (aunque sea en una cosa)
A veces lo intento con el desayuno, o al tender la ropa. Se trata de elegir una actividad cotidiana y hacerla sin prisa, sin mirar el móvil ni pensar ya en lo siguiente que tienes que hacer, siendo consciente de cada movimiento y de la experiencia misma. Lo curioso es que no tardo más, pero lo vivo distinto. En el ebook que regalo al suscribirte en mi web, te doy unas cuantas ideas de mindfulness informal (sin meditar).
3. Buscar un poco de silencio
Es probable que te cueste hacer silencio alrededor, sobre todo si vives en la ciudad o trabajas en un lugar ruidoso. Aunque no lo creas, hay silencio debajo del ruido. Ya he comentado alguna vez que mi meditación preferida consiste en eso: en buscar el silencio que existe aunque no lo parezca, y así aprendes a hacerlo y no exigirlo. A partir de julio, cuando active la opción Premium, la prepararé para las suscriptoras. De momento, te sugiero que apagues el ruido de fondo, no pongas música o un pódcast ni trates de llenar el hueco con otra cosa, cuando hagas una actividad o simplemente te sientes a descansar. Y observa qué aparece en ese silencio. Al principio te puede incomodar un poco, pero con el tiempo… me lo vas a agradecer.
4. Cambiar la forma de mirar
Cuando algo me molesta o me agobia, me ayuda imaginar que lo estoy viendo por primera vez, como si no supiera nada todavía. Situarte mentalmente como observadora, de lejos, te da perspectiva. Ya no soy la que discute con lo que pasa, solo observa y aprende. Es una forma de elegir la respuesta sin reaccionar.
5. No tener la respuesta
Y hablando de respuestas, algunas veces lo mejor es dejarlo estar. Hay preguntas que no se resuelven en el momento, y eso está bien. No siempre hay que decidir en el momento. Dejar que lo que sea madure en un segundo plano, también aporta perspectiva. Como cuando cocinas a fuego lento y no hace falta remover todo el rato, o haces un puzzle complicado. Al final todo encaja, la comida se hace y el tiempo ha sido un ingrediente fundamental.
6. Crear un pequeño ritual
Esos pequeños gestos que nos dan la vida como encender una vela al final del día, apoyar las dos manos sobre la mesa antes de empezar a escribir, beber agua con calma, regar las plantas, pintarte los labios, cepillarte el pelo, sonreírte ante el espejo, dar los buenos días a gente que no conoces en persona en los grupos de Telegram... Lo que sea, pero hacerlo con la intención de recordarte que estás aquí, que eres tú y mereces la pena.
7. Preguntar: ¿qué me haría bien hoy?
Esta es una máxima de autocuidado. Cuando organices tu día, no te fijes solo en lo urgente y lo que toca. Da espacio a lo que te haría bien. Puede ser algo tan sencillo como hacer unos estiramientos, más complicado como decir que no, o regalarte media hora sin mirar el reloj con un paseo contemplativo o un rato de escritura personal. Agéndalo como haces con los compromisos importantes, porque lo es. En todos mis libros trato este tema y doy ideas, por si te has quedado pensando en ¿y esto cómo lo hago?
8. Volver a sorprenderte
Mirar con ojos de turista (esto en mindfulness se llama actitud de principiante): sal a la calle y observa como si acabaras de llegar a la ciudad, mira el color del cielo que no siempre es igual, recréate en los aromas que evocan momentos, fíjate la persona que tienes al lado como si la acabaras de conocer y recuerda qué te gusta de ella… Y es que, cuando dejamos de ir corriendo, la belleza se muestra con todo su esplendor. No des nada por hecho y deja que el asombro vuelva.
Puede que nada de esto pare el mundo, pero hace que merezca la pena que siga rodando contigo dentro. Puede que nada de esto elimine los problemas del mundo, pero mejora tu entorno y, si todas lo hacemos, el movimiento expansivo se nota.
RECUERDA:
‼️ Para ponerlos en práctica con perseverancia, anota lo que quieres hacer cada día y déjalos donde puedas verlo (nevera, espejo del cuarto de baño, pantalla del ordenador, etc.).
‼️ Cristina Marcos me entrevistó en su pódcast, aquí:
‼️ The moment cambiará de nombre en breve y te propondré una suscripción Premium donde habrá más contenido útil y práctico para que esto no sean solo palabras.
¿Qué te gustaría encontrar? (a ver si coincide con mi proyecto)
Puedes comentar aquí:
Tengo más ideas, pero no caben en la encuesta, además de ofrecer mentorías y lecturas profesionales de tus textos. Será un espacio que construiremos juntas, flexible y adaptado al grupo.
Gracias por tu ayuda.
Qué importante es rodearnos de aquello que nos hace estar presentes.
Me ha gustado mucho eso de «ducha diaria emocional». La mía suele ser un minuto de descanso o coger cualquier libro al azar y leer un fragmento desconocido o subrayado alguna vez. También quiero comenzar a caminar 10-15 minutos en esos momentos en que necesite un respiro.
Por cierto, Pilar, tu que entiendes de todo esto, qué te parece la idea de Salvador de una revista colectiva de pago? Está publicada en el Diario de Substack de hoy, que has restackeado, por lo que te lo agradecemos mucho.